Por. Ignacio González Prieto.
El elemento central caracterizador de las herramientas “Web 2.0” es que se hallan definidas, reguladas, controladas por las decisiones y operaciones de los usuarios remotos y dispersos, comunicados a través de las TIC's, quienes deciden probar, ensayar y, por este camino, producir y publicar sus saberes y sus opiniones en el ciberespacio.
Como tal se estaría imponiendo un nuevo paradigma, un nuevo conjunto de conocimientos y creencias que conforman y validan una visión del mundo, de la vida y de los intercambios sociales. Y, desde una posición dominante, este paradigma señala cómo deberían ser y hacerse las cosas en un espacio y momento socio-histórico particular, para el caso cada vez más virtual. La preocupación es qué hacer con toda la avalancha tecnológica -que para nosotros arrastra una acostumbrada racionalidad instrumental- en los contextos formativos de personas y grupos, preocupación que ciertamente no es nueva, sino que ha sido planteada para su reflexión a lo largo del desenvolvimiento de la humanidad, desde la invención de la imprenta, luego el teléfono, la radio, la televisión, más tarde la computadora, el teléfono celular, las unidades MP3, el i-Pod, y ahora la aparición de la Web 2.0 y de los mundos sintéticos de Second Life. Seguramente habrá otros mundos que aún no imaginamos.
Si bien podría sostenerse que nos enfrentamos así al paradigma de un espacio abierto que estimula la webcreatividad con conceptos, herramientas y procedimientos técnicos (nuevos o más evolucionados), debido a los consabidos y veloces cambios implicados por la convergencia tecnológica de los ambientes mediados, lo real es que estas herramientas y procedimientos se imponen y se multiplican de modo cotidiano.
Lo valioso de la propuesta parece robustecer el central rol del conocimiento y su producción colectiva. Pero no es necesario preguntarnos cómo funciona dicho modelado compartido en un espacio abierto donde quienes participan pueden poseer la mar de concepciones erróneas. La Web 2.0 nos hace repensar acerca de temas (no nuevos) como la privacidad, la retórica, la autoridad y la estética en Internet así como también acerca de cuestiones como la identidad, la comercialización de lo producido y la ética en los derechos de autor en estos contextos que enlazan personas y grupos.
A su vez, es preocupante cuando la Web 2.0 arriba al campo educativo, muchas veces sin que tengamos muy claro cuáles podrían llegar a constituir sus aterrizajes curriculares . Es importante recordar que las aplicaciones más representativas de la Web 2.0 son MySpace, Wikipedia, YouTube, Flickr, Blogger, Facebook, entre otras, y que una descripción de las mismas puede encontrarse fácilmente en los sitios de su referencia en Internet.
Asimismo, pensamos que es lícito sostener que los rasgos de la Web 2.0 contribuyen a la horizontalidad comunicativa y a la expresión creadora, que engrosan lo que ya Levy llamó la “inteligencia colectiva”, posibilitada por la gestión y uso de base de datos, la capitalización de las experiencias de los usuarios presentadas en dispositivos ilimitados con software de uso simplificado, dentro del marco telemático e interactivo de Internet.
Sin embargo, es necesario remarcar al mismo tiempo que se da una tiranía por el uso de dichas herramientas, que subyace de modo oculto a su accionar, que no siempre se realiza en forma meditada y fundamentada, sino, sin duda, de forma improvisada y no profesionalizada, sin confrontación con ningún criterio mínimo de calidad en general y educativa en especial, cobijado todo ello dentro del marco de la gratuidad, la apertura bienvenida del Open Source y la democratización, que realmente aumentan de manera exponencial.¿Cuántas veces hemos propuesto la participación de personas, grupos y organizaciones en una “prosumisión”, producción protagónica de procesos y productos virtuales y no solo consumo, resultado del estilo “delivery” de artículos de Internet?
Si bien se estaría rompiendo el "sistema delivery", ya reformulado vía resignificación socializada de los sentidos de las cosas, la interacción colaborativa de los entornos que estamos analizando se realiza también de manera vertiginosa, empírica e intuitiva a ultranza para producir piezas, procesos, productos y servicios socioculturales, al enlazar varios lugares, tiempos, personas y grupos conectados, aunque a costa de profundizar distancias culturales, lingüísticas, de entendimientos y otras.
Por otro lado, el vértigo de los cambios tecno-sociales con sus modas y el consumismo que arrastran impiden pensar (porque pensar toma su tiempo) y así es demorado el desarrollo de funciones superiores del pensamiento humano (para producir conocimiento o genuino saber), si se lo desea promover.
Todo lo antedicho significa la necesidad urgente de realizar estudios acerca de los reales hallazgos (positivos y negativos) producidos en los procesos ocupados por las creaciones colectivas de las redes y comunidades virtuales -de diverso tipo - en “investigaciones en y desde la acción”.
A propósito de estos temas, habría que recordar que una red para que sea poderosa debería presentar ciertos prerrequisitos o poseer claves, tales como: gente relevante que se contacta como participantes (en número e interacción prudencial y no multitudinaria), con las necesarias competencias específicas desarrolladas y con consenso respecto de los objetivos claramente establecidos, porque todos tienen información acerca de lo que implica involucrarse en una red, es decir, con fortaleza en sus relaciones sociales y de gran respeto a la diversidad. Con lo que se entiende que no cualquier red sirve y menos produce creativamente procesos y productos.
Parecería, entonces, que la existencia de precondiciones -como la alfabetización digital, la lectura crítica en Internet o la autorregulación que permita monitorear los procesos de aprendizaje (los que deben ser desarrollados o fomentados compensatoriamente, si no se los tuviera) comienzan a ser de real relevancia, si se trata de realizar un uso óptimo y apropiado de las herramientas de la red cada vez más a la mano.
Es decir que existe urgencia por discriminar entre lo que se ofrece, dentro de la jungla tecnológica que nos circunda y que irrumpe en la cultura y la transforma, averiguando el sólido aporte formativo que posee y no dejarse llevar por re-creaciones pasajeras, insustanciales o líquidas porque no significan un real avance en la elaboración personal y grupal, en la comprensión y cambio conceptual o un avance en la autorregulación con una maduración y autonomía de la persona y/o grupo que aprenden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario