jueves, 28 de mayo de 2009

CONSUMO DE INTERNET: RICOS VS POBRES

Por. Ignacio González Prieto.


Un estudio elaborado por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones destaca la gran expansión de las tecnologías digitales a nivel global: una de cada tres personas tiene ya un móvil, dedicamos más tiempo a los medios digitales en todo el mundo que a ver la televisión o escuchar radio, 166 países comercializan ya la banda ancha, Internet posibilita la aparición de nuevos tipos de relaciones sociales, mezcla de realidad y de realidad virtual, etc. Parece un escenario fascinante cuyos protagonistas son nuestros dedos: con ellos podemos comprar, hablar, leer, encargar comida, vestirnos e incluso enamorarnos… ¿Quién podría resistirse?.

Un estudio preparado para la ITU TELECOM World titulado “Digital.life” analiza las tecnologías subyacentes a nuestro actual modelo de vida digitalizado, desde las redes de infraestructuras a la adaptación de los negocios a las innovaciones digitales, entre otros muchos aspectos y revela importantes datos sobre cómo nuestras vidas están cada vez más mediatizadas por estas tecnologías, caracterizadas por ser “digitales, invisibles y obicuas”. Según los datos de ITU, las personas menores de 18 años dedican a los medios digitales 14 horas a la semana, a la televisión 12, a la radio 6 y a los periódicos, revistas y cine, 2 horas. En la franja de edades comprendidas entre los 18 y los 54 años, el mundo digital se lleva 16 horas, la televisión 13, la radio 8, los periódicos y revistas 2 y el cine 1. Los mayores de 55 años son los menos asiduos a los medios digitales, dedicándoles ocho horas de media semanal, frente a las 16 que aún destinan a la televisión.

El consumo de Internet, es mayor en Norteamérica, donde se encuentra el 56% de los usuarios; y luego en Europa, donde se reside otro 22%. En tercer lugar se encuentra Asia, con el 14% de los usuarios; y luego América del Sur, que representa 3,5% de números IP activos. Oceanía ocupa el cuarto lugar con un 2,8%.
El estudio también pone en relación el nivel de conectividad con la densidad de población de cada región, lo que muestra que en zonas muy pobladas de África, India y China, la adopción de internet todavía es muy baja comparada con la de Estados Unidos

No debería sorprendernos, entonces, que hoy en día el mayor consumo de medios se halle en el formato digital. Un ejemplo apabullante es el de la telefonía móvil. En tan sólo 15 años, entre 1990 y 2005, los teléfonos móviles en el mundo pasaron de prácticamente no existir a superar con creces a la telefonía fija. El año pasado, en nuestro planeta había un total de más de dos mil millones de móviles en circulación, frente a los 1, 3 mil millones de teléfonos fijos.

La expansión del universo digital no afecta sólo a la telefonía móvil, sino también al aumento de las redes de banda ancha. Un total de 166 países del mundo tienen ya una comercialización de banda ancha, es decir, ofrecen una capacidad de transmisión de datos igual o mayor a los 256 kbit/s, lo que permite intercambios de información más rápidos, completos y en más formatos simultáneos.Según la UIT, en 2005 las TIC movieron más de tres billones de dólares, y las que más negocio generaron fueron las telecomunicaciones: en hardware, unos 235.000 millones de dólares anuales y en servicios, cerca de 1,186 billones. Les siguieron la informática (379.000 millones en hardware y 741.000 en servicios) y la radiodifusión(294.00 y 295.000, respectivamente).

Internet portátil, radio frecuencia, mensajes por móviles, conocimiento global web, sonido, juegos on-line, transacciones bancarias digitales, plataformas para el desarrollo de servicios, interacciones digitales entre personas… Estos y muchos otros aspectos de la era digital aparecen contemplados en este estudio, que señala que la proliferación de la comunicación en el mundo digital tiene inevitablemente un impacto en la interacción y las redes sociales. Las comunicaciones digitales no son sólo nuevos medios de soporte de las tradicionales redes sociales, sino que también estimulan nuevas formas de interacción social, en las que se combinan las personalidades reales y virtuales.

Según Carrier y Asociados, en el país hay más de 18 millones de usuarios de Internet y casi 4 millones navegan con conexiones de banda ancha (el 40 por ciento se concentra en la zona de AMBA).

Un sondeo de opinión pública presentado recientemente por iBarómetro y la consultora SG2 (sobre 1000 consultas telefónicas en Capital Federal en marzo de este año) dejó una interesante radiografía del usuario de Internet porteño:

El 53,6 por ciento se conecta todos los días.
El 55,6 por ciento cree que lo mejor de la web es que encuentra información relevante para la toma de decisiones.
Más de la mitad de los usuarios opina que el acto de conectarse tendría que ser más fácil y barato.
El 53,1 por ciento utiliza redes sociales.
El 42,6 por ciento realiza compras por esta vía.
El 45,5 prefiere Internet como medio de comunicación, sobre todo en los niveles socioeconómicos altos. Un 23,1 prefiere la televisión y un 13,9 la radio.
Esta selección de conclusiones del informe 2009 contrasta con lo que ocurría hace apenas unos años:
La lentitud de las conexiones y la todavía escasa penetración en hogares restringía la navegación a unos pocos momentos en la semana.
Se sostenía que la plataforma digital era un gran archivo de información que de ningún modo influía en la toma de decisiones.
Las redes sociales no estaban en el centro de la escena.
Si bien el precio de la conexión sigue siendo una barrera, el costo actual del acceso a Internet abre la puerta a numerosos servicios gratuitos que expanden nuestro universo personal y profesional. Hace tiempo esta cuestión no se percibía porque es la práctica concreta y regular lo que define la percepción de utilidad.
En 2006 apenas el 12 por ciento de los usuarios realizaba compras on line (fuente: Cámara Argentina de Comercio Electrónico)
La TV estaba lejos de considerar a Internet como un rival directo en la captura de la audiencia y los anunciantes. Hoy amenaza el reinado, aunque en el debe está el ofrecer alternativas a los segmentos de menor poder adquisitivo.

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